-EL VELERO-
- Papá, ¿De que es este trofeo?
Miré a mi hijo interrumpiendo mi lectura, el sostenía un bonito trofeo plateado con forma de velero. Dando un pequeño suspiro y con aire melancólico , le respondí:
- Era de mi padre – Agaché la cabeza, cogí aire y continué- fue el último que ganó antes de su muerte.
- ¿Qué le paso?- me dijo susurrando.
Me quedé pensativo mirando a algo y a nada a la vez. Me daba mucha pena recordar su muerte, fue algo muy duro, desde aquel día no puedo dormir bien, y ya hace bastantes años de aquello. Finalmente me decidí:
-Era un verano de hace unos veinticinco años, yo tenía tu edad mas o menos, rondando los nueve años. Era la regata de mis sueños, llevaba demasiado tiempo esperando ese momento. Participaban en cada pareja un adulto y un niño, yo iba con mi padre, es decir, con tu abuelo. – Paré para coger aire, mi hijo me estaba escuchando atentamente, con los ojos abiertos como platos.- Extrañamente ese día el mar estaba embravecido, y el cielo amenazante, pero desgraciadamente no se suspendió la carrera y todo siguió adelante. Yo estaba muy entusiasmado, feliz de correr una carrera con mi padre, un experto en ello. El juez dio la señal para que nos fuésemos preparando para subirnos en nuestros frágiles y pequeños veleros , que subían y bajaban bruscamente debido a las terroríficas olas. Nos pusimos el chaleco todos los participantes, listos para la hora. Mi padre estuvo hablando con el juez, y este le negó algo, yo conseguí escuchar parte de la conversación, mi padre le decía que tenían que anular la carrera ya que era muy peligroso para todos, pero el juez le dijo que no. Mi padre volvió hacia mí y me preguntó si quería continuar, aunque fuese muy peligroso, y que la copa la podríamos ganar otro año, pero yo le dije que si, que quería continuar, y le seguí insistiendo.
Cada vez que lo pienso me siento aún mas culpable.- Le dije a mi hijo que me seguía observando.
- Algunas parejas se retiraron, quedaba muy poco para que empezase, nos colocamos en la meta dificultosamente y en mitad del mar resultaba imposible manejar el velero que se movía bruscamente hacía todos los lados , y el escándalo de las olas y la tormenta era tal , que me sentí asustado y arrepentido de no haberme retirado, pero ya era tarde para pensar en ello, así que había que seguir adelante.-miré hacia arriba recordando aún todo al milímetro- y entonces el juez disparó un cañonazo al aire y comenzó la carrera.
Mi padre desató las velas. Yo no sabía que hacer, me encontraba muy nervioso y asustado. Él me tranquilizó, aunque resultó en vano, ya que miraba para un lado y el otro y no se veía nada; lo único eran las olas embravecidas que se nos echaban encima una y otra vez. Así estuvimos un largo tiempo, mientras que mi padre hacia todo tipo de maniobras para que el velero no se fuese a pique. Yo miré al cielo y recé para que cesasen las olas y amainase la tormenta, pero no fue así, si no que empeoraba, y se levantó un viento escalofriante.
Observé a mi padre una y otra vez y entonces, le noté un verdadero pánico en su rostro. Una enorme ola chocó contra el lateral de nuestra embarcación, y sin previo aviso salí despedido por la borda. Gracias al chaleco no me ahogué al instante. Estaba muerto de miedo, creí que me moriría. Nadé con todas mis fuerzas hacia la embarcación aunque todo esfuerzo era poco, y de repente, el velero desapareció de mis ojos y fue entonces en ese momento cuando me desesperé. Comencé a tragar agua sin cesar. Había llegado mi fin. Gracias a Dios, vi mi embarcación acercándose a mi, y mi padre me arrojó un flotador, pero la cuerda se rompió. Entonces sucedió, mi padre saltó al agua , nadó como pudo hacia a mi , me agarró de un brazo y tiró de mi con fuerza hacia el barco, y afortunadamente este no se había desplazado a penas . Él me subió a la barca , vi que había una gran apertura en esta , en un lateral , por la que entraba agua .
Mi padre me miró a los ojos, sonrió cariñosamente y desapareció entre las olas. Puse todo mi empeño en navegar hacia donde había desaparecido mi padre, pero ya no estaba, no me lo podía creer, me había abandonado. Me puse a llorar, a gritar de rabia, de terror, y de sufrimiento.
Al rato volví en mi y me di cuenta que si no sacaba el agua de la barca , se hundiría , cogí un cubo e intenté comenzar a sacar el agua ,pero no podía parar de llorar, me venia a la cabeza la cara de mi padre antes de haber desaparecido.- Volví a mirar a mi hijo, que tenia los ojos llorosos , y entonces le expliqué :
- Mas tarde me di cuenta que mi padre no me había abandonado, si no que me había salvado, ya que por la apertura que había en el velero entraba mucha agua, y mi padre experto en barcos sabia que no aguantaría el peso de dos personas, por tanto, murió para salvarme.
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